Juan Sasturain dio una charla en Reta

Por Daniela Barrera · DyL comunicación

Escucharlo hablar es como tener enfrente a ese tío sabio que todos adoramos mas no todos tenemos. Resulta cercano, amigable; usa un lenguaje coloquial, es auténtico y sus palabras hablan con elocuencia y transparencia: es capaz de llegar a todos, hasta al más ignoto, y lo hace con simpatía, buen humor y generando una inevitable afinidad con el público. Juan Sasturain no es “el tío”, es un consagrado escritor, periodista y el divulgador de literatura más conocido de nuestro país. Ha trabajado en diarios y televisión, editó revistas de historietas y lleva publicadas diez novelas, además de varios cuentos y poesías. En Reta, tenemos el privilegio de contarlo entre nuestros habitantes frecuentes -de los que se quedan unos meses al año-.

Entonces Juan, el querido Juan, se acerca una vez más a la Biblioteca Popular. Fue invitado a dar una charla y él da cátedra. Aunque él pueda decir que en esta nota exageramos, sin dudas da cátedra y lo hace con la humildad de los sabios. En el encuentro abierto que protagonizó el feriado del pasado lunes 12, la sala se seguía llenando una vez llena cuando pasadas las nueve de la noche empezaba a ofrecernos un breve repaso de su historia en la región. Que su padre, empleado bancario y oriundo de Lobería, tenía que radicarse donde el banco lo enviaba y por eso él nació en Chaves; que vivió en Médanos, Rauch, Dolores, Mar del Plata y terminó el Secundario en Dorrego… Que tuvo la infancia y la adolescencia diseminadas, por eso dice que no tener raíz fija te condiciona con el lugar.

Así es que su más reciente novela, Dudoso Noriega, se ambienta hacia fines de los ´50 en Mar del Plata en una suerte de unión de sus recuerdos (distorsionados, confiesa) de pibe. Cuenta que empezó a escribir sobre lo delirante de trabajar en la tele y eso lo lleva a compartir con el público un texto inédito que refiere a un hecho ocurrido en Reta, El engrupido (2007). Lo leyó y el auditorio estalló en risa. Por su relato, claro, pero no es sólo lo que dice, es cómo lo dice. Esa impronta indiscutiblemente característica.

Luego vuelve atrás en el tiempo: “En los ´50 se leía revistas e historietas, se escuchaba radio y en los pueblos también íbamos al cine. ¿¡Se imaginan Tarzán por radio!?”, exclama. Y los más nostálgicos enganchan el código y se van animando a la conversación: tango, costumbres, masa, cultura y nuevas culturas… ¿qué es lo que se perdió? Y la pregunta flota en el aire y todos oímos definiciones a las que con elegancia y argumentos de sobra Sasturain responde: “El imaginario colectivo estaba alimentado por la radio y las historietas, en los pueblos todos los chicos de los años 50 queríamos ser dibujantes. Es como la tele de hoy en cuanto a la penetración en la gente. Es la cultura que nos tocó: la cosa es qué hace uno con esa formación”.

Siguió la charla, regaló reflexiones e instó a ser humildes ante lo nuevo, “abiertamente críticos” -definió-. La cultura es móvil y tenemos que incorporar nuevas categorías para analizar un fenómeno nuevo, ya que requiere una explicación nueva. Leyó piezas de su último libro El versero y el intercambio entre el público y el escritor parecía inagotable hasta que las integrantes de la institución miraron el reloj y, luego de sorteos varios, le pusieron punto ¿final o suspensivo? a un momento de nutritiva cultura que, esperamos, vuelva a repetirse.